Los aficionados prefieren el cangrejo rojo gastronómicamente

Muchos veteranos, aficionados a la pesca de crustáceos, todavía recuerdan la abundancia de cangrejos autóctonos existente en las aguas leonesas en otros tiempos y su casi total desaparición a finales de los años setenta, fruto de una infección causada por un hongo. Actualmente, la provincia de León alberga diversas especies aloctonas como el cangrejo señal y el cangrejo rojo de las marismas, que suplen el vacío dejado por el crustáceo autóctono, siendo la última de las citadas la que más ha proliferado y la que cuenta con el mayor número de aficionados, que aseguran que su calidad gastronómica ha mejorado mucho con el paso del tiempo y que supera ampliamente a la del señal.

El cangrejo rojo de las marismas es originario de Louisiana (EEUU) y se identifica fácilmente por su coloración rojiza y sus pinzas espinosas. Esta voraz especie, que fue introducida en Sevilla y Badajoz, en 1973, desde donde se extendió por gran parte del territorio nacional, debido principalmente a su comercialización en vivo, se alimenta de cualquier materia vegetal o animal que se halle en el agua y posee un elevado potencial reproductor, efectuando puestas de 200 a 700 huevos, que incuba en el corto periodo de tiempo de 15 a 20 días.

Especie nociva

Estas características han dado lugar a una notable proliferación que ha motivando la autorización de su pesca sin excesivas limitaciones, pudiéndose capturar todos los días de la semana sin limitación de tamaño ni cupo y considerándose además como infracción su devolución al agua una vez capturados, por estar catalogados como especie nociva e invasora de los ecosistemas acuáticos.

En lo que va de temporada, las capturas de señal en los cotos están siendo discretas, y sin embargo, los resultados del rojo están siendo excelentes, sobre todo en los tramos del río Cea (términos municipales de Gordoncillo, Valderas e Izagre).

Consejos para la captura

Para tener éxito en la pesca del cangrejo, conviene tener en cuenta que el amanecer y atardecer están considerados como los mejores momentos para calar los reteles, siendo aconsejable disponer de ellos en diferentes tamaños y con varias longitudes de cuerda para poder acceder a los múltiples lugares donde suelen cobijarse los crustáceos. Las zonas de espadañas y las orillas con abundantes paleras y maleza, de profundidad media y corriente suave, representan los mejores lugares para su captura. En cuanto a cebos, los aficionados deben conocer que sólo está permitido el empleo de materias muertas, siendo las vísceras de animales y los trozos de pescado los más utilizados y los que mejor resultado dan.